miércoles, 3 de octubre de 2012

Imagenes sobre la soledad









  • La foto de la VERDADERA SOLEDAD

  • 2. ¿Has visto la soledad? ¿Has sentido en tu corazón la soledad...? ...la soledad va más allá de lo que tú y yo hemos vivido... ¿Quieres ver la soledad? Mírala en esta foto...

  • 3. La soledad se viste del color del atardecer, un color gris, como está el cielo antes de llover, la soledad tiene la delgadez de un día de invierno, la soledad tiene la piel como la tez de un árbol. A la soledad no le puedes ver a los ojos, pues si los tuyos los vieran, no lo soportarías, y caerían de ellos lágrimas de amargura y tristeza... La soledad está atada a su madre... a la madre tierra, sus brazos están marchitos de tanto soportar esas cadenas, (no lo soportan más...). Su cabello es largo... como sus penas y sus nostalgias. La soledad vive allí, donde nadie la puede ver, allí donde el sol sale, la luna se esconde, los árboles crecen... Sus recuerdos son cafés, como cada corteza de la selva... ya los recuerdos son golondrinas pasajeras, golondrinas que buscan un mejor nido. [email_address]

  • 4. ¡No te jactes de decir que conoces la soledad! ¡No la conoces! (ni la conozco). Con un grito desesperado desde lo más profundo de mi alma te digo: ¡Soledad!... tu corazón marchito me hace un nudo en la garganta, y me inunda los ojos de lágrimas, ¡no puedo verte más, no puedo tocarte más!, me tortura tu imagen, ¡me tortura!, tienes mi nostalgia a flor de piel, suelta mi cuerpo y mi espíritu, me siento sin aliento... ¡Me matas! soledad... [email_address]

  • 5. Mira esa foto... si mis pies estuviesen atrapados en esas botas... ...creo que mi alma ya estaría junto al Señor, no podría haber soportado estar sin mi hijo un día, no podría soportar despertar y no sentir la vida, porque eso no es vida, ¡es vivir, sin vivir! Cautivos, Dios está junto a ustedes y no los abandonará nunca... Dios los bendiga. Artículo publicado en El Colombiano de Medellín, que muestra el sufrimiento de los secuestrados en COLOMBIA. Texto: Juan Pablo Orjuela

  • 6. “ Estoy cansada de sufrir”… (Parte de la desgarradora carta de Ingrid Betancourt a su madre, es un ejemplo de valentía y de dignidad, que debe concientizar al mundo sobre la urgencia de su liberación inmediata). “… sueño con abrazarte tan fuerte que quede incrustada en ti. Sueño con decirte mamita, nunca más ni en esta vida ni en la otra, volverás a llorar por mí. Porque le he pedido mucho a Dios que me permita demostrarte todo lo que significas para mí. Y cuidarte, y no dejarte un instante sola. En mis planes de vida, si llega algún día la Libertad, quiero mamita que pienses en vivir con nosotros, o conmigo, no más mensajes, no más teléfonos, no más distancia, no quiero que exista ni un metro de distancia entre tú y yo. De esa ilusión de las dos, me nutro a diario, ya veremos cómo Dios abre caminos y nos organizamos, pero lo primero que quería decirte es que sin ti, no hubiera aguantado hasta hoy. Estoy mamita cansada, cansada de sufrir, he sido o tratado de ser fuerte. Estos casi seis años de cautiverio me han demostrado que no soy ni tan resistente, ni tan valiente ni tan inteligente ni tan fuerte como yo creía. Mamita, este es un momento muy duro para mí. Piden pruebas de supervivencia a quemarropa y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer. El apetito se me bloqueó. El pelo se me cae en grandes cantidades. No tengo ganas de nada. Y creo que esto último es lo único que está bien: no tener ganas de nada. Porque aquí en la selva la única respuesta a todo es "NO". Es mejor entonces no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Es importante que le dedique estas líneas a aquellos seres que son mi luz, mi oxígeno, mi vida. A quienes me mantienen con la cabeza afuera del agua y no me dejan ahogarme en el olvido, la nada y la desesperanza. Ellos son mis hijos… Bueno, no quisiera despedirme. Dios quiera que llegue esto. Te llevo en el alma mi mamita linda. Por siempre y para siempre. Tu hija”.

  • 7. Queridos amigos, no dejemos de reenviar esta foto a nuestros contactos, pero antes hagamos una oración, para que esta triste historia, tenga un final feliz. Esta es la única y mejor forma que tenemos para colaborar. Gracias SyOZ































Cuento sobre la soledad

SOLEDAD (cuento)

SOLEDAD
La lluvia cae sin cesar. Son las cinco y las luces ya encendidas ponen destellos refulgentes en el asfalto, en los faroles, en las ventanas de las casas. No sabe cuándo comenzó la tarde, allí encerrada, entre cuatro paredes, no atina cómo acaba el día y comienza la noche. Desde la madrugada llueve sin cesar, una lluvia desquiciada, alevosa y fría. Marina camina apresurada, salta charcos, evade cunetas por las que el agua corre sin cesar, resbala. No cae. Está empapada. El autobús se retrasa. Por fin llega a su casa, una pieza pequeña, donde apenas cabe un sofá-cama y un par de sillas. Se tumba en el sofá. Tiene frío, mucho frío. El viejo abrigo que cuenta muchos años ya no la abriga. Se lo quita y lo tira sobre una de las sillas. Soledad la mira y se acurruca entre el hueco que dejan sus caderas y un descolorido almohadón. El tiempo pasa y ellas, en la misma posición, miran caer la oscuridad de una noche que no parece tener fin. Una noche que se parece a un manto de luto acentuado sobre afligidos deudos.
Mira Soledad, hoy he tenido un día horrible. A Mrs. Lane la llevaron al hospital. Comenzó a vomitar, a temblar, y no tuve más remedio que llamar a la ambulancia. Fue preciso forcejear con los paramédicos para que me permitieran acompañarla. Soy su única amiga, la persona que por más de diez años la ha cuidado. Se agarraba a mi mano, gemía, y entre temblores suplicaba que me dejaran a su lado. La acompañé. Me quedé en la antesala de Emergencia. El silencio, pesado, interrumpido a veces por la llegada de algún médico o por la salida de una enfermera, me afligía. ¿Me estás escuchando Soledad? Por favor, no duermas mientras te hablo. Mira que eres a quien le cuento todo. Quién mejor que tú sabe de mi vida. Vida miserable de ilegal, de mujer sin papeles, que vive atendiendo viejos ajenos, limpiando mierda, aseando pisos... ¡Por favor, escúchame!
Soledad abre sus ojos soñolientos, la mira como quien mira desde lejos, se arrebuja en el sofá, extiende sus extremidades y la mira de nuevo, esta vez con la mirada perdida, como si no entendiera nada. Se acurruca a su pecho y vuelve a dormir.
Oye, oye esto, Soledad. Cuando después de cinco horas salió el médico y me pregunto ¿Es usted su pariente? Si, le dije. La señora ha muerto. Se me cayó el alma. Lo dijo con tanta frialdad como la que a esta hora ronda por las calles. ¿Sabes Soledad? No dije nada, y aquí estoy, contándotelo a ti. Después llamé al hijo que vive Atlanta y nadie respondió. Le dejé el mensaje. No, no lo conozco. Nunca lo he visto. Jamás vino a visitarla. La enterrarán dentro de unos días, pasada la autopsia, los trámites, ya sabes cómo son las cosas. Ya tenía pagado el funeral y los detalles los había dejado por escrito. Seré la única que la acompañe, supongo. No me mires con esos ojos de indiferencia, Soledad, ya te dije que no sé si el hijo vendrá. Lo que sí doy por seguro es que de ahora en adelante no sé qué será de mí. Nos queríamos mucho, como familia, decía ella. Nos teníamos una a la otra, y aunque a veces surgían encontronazos, disparidades, no hubo nada que nos separara, más que su tacañería. Era tacaña, tan tacaña que se resistía a que tirara a la basura cualquier resto de comida, y cuando lo hacía, me contestaba que no sabía yo lo que era pasar hambre y frío, que lo pasó cuando sus padres, con tres años, la trajeron de Italia. Fue terrible, me decía. Nos desnudaron, todos juntos, hombre, mujeres y niños, y nos bañaron con líquidos y jabones, como si de animales enfermos se tratara.
¡Cómo si no supiera yo lo que es pasar trabajo! Si desde que llegué no he hecho otra cosa que pasar por toda clase de calamidades. Y ella lo sabía, por eso me pagaba poco y solo me permitía un día libre en todo el mes. Me explotaba Soledad, me explotaba… como se explota a un indocumentado. Pero como no tenía dónde ir, me aguantaba. ¿Sabes Soledad que prefiero suicidarme a volver a mi país con la derrota a cuestas? Soledad, haz un esfuerzo, no te duermas. ¡Ah, estas despiertas! ¿Me has escuchado? Mira que eres terca. Tan bien que te trato y tú como si nada. Mira, lo que te traje… Ven. No, no te vayas... deja que acaba de contarte…
Soledad estira las extremidades, lanza un ronroneo, se levanta del sofá y se va al rincón donde encuentra, como cada día, migas de pan humedecidas en leche y una colcha desteñida en la que duerme. 


fuente: http://elcallejondelasflores.blogspot.com/2009/03/soledad-cuento.html

jueves, 27 de septiembre de 2012

Letra sobre la soledad


EL FAVOR DE LA SOLEDAD - GLORIA TREVI 



Soledad, la única que viene
Cuando todos se van
La única con la que puedo llorar
Que no me hace ni un reproche
Deja que me desahogue

Soledad, se que por un tiempo
Me aleje de ti
Y rompí la promesa para no ser infeliz
Y ahora estoy aquí llorando
Por haberlo amado tanto

Ve y búscalo en donde lo encuentres
Y arrebátalo de entre la gente
Llévatelo de la mano y enciérrense en su cuarto
Y súbelo, bájalo, amalo, y si el quiere despedázalo
Y hazlo que el sienta esto que me tiene a mi aquí sin aliento
Soledad soledad soledad
Hazme un favor yo te lo ruego
Haz que el sienta lo que siento
Soledad soledad soledad
Hazme un favor yo te lo imploro
Y que el sepa que lo adoro
¡Soledad!

Soledad, vestida de noche
O de claridad me dices al oído
Que el no volverá no me das ningún consuelo
Pero hablas con la verdad

Si… amalo como a ninguno
Que no quiera saber más del mundo
Que no reconozca familia
Que no conciba sin ti la vida
Que por un beso el aguante desprecios

Y que sueñe envuelto en desvelo
Que sea su alegría tus migajas
De rodillas llorando te de gracias
Entonces… solo entonces
Que sepa que lo sepa
Que es por mí que te tiene
Que es por mí que te siente

Soledad soledad soledad
Hazme un favor yo te lo ruego
Haz que el sienta lo que siento
Soledad soledad soledad
Hazme un favor yo te lo imploro
Y que el sepa que lo adoro
¡Soledad! ¡Soledad!... soledad

fuente:http://www.musica.com/letras.asp?letra=1138383 

Ensayo sobre la soledad

SOLEDAD

Hablar sobre la soledad es algo complicado, ya que todos nos hemos sentidos solos en alguna ocasión, pero, ¿sabemos con certeza que es la soledad? Puesto que es un estado tanto fisco como mental ¿Por qué muchas personas le temen a estar solos? ¿Por qué muchas personas buscan lo contrario? Y tal vez una de las preguntas que todos nos hemos hecho alguna  vez, ¿es bueno o malo estar solo?

Para poder buscar solución a estas preguntas, debemos adentrarnos un poco en los dos tipos de soledad mencionados anteriormente y así poder entender un poco más este sentimiento.


La definición más común de soledad es la de carencia de compañía y que se tiende a vincularla con estados de tristeza, desamor y negatividad, como bien sabemos, estos estados de animo son de total desagrado para la mayoría de las personas, y tienden con facilidad a deprimirnos, es esa la razón por lo que la mayoría de las personas busquen compañía y así evitar la soledad, entonces en este punto la soledad es mala.

Todos hemos escuchado alguna vez la frase "el hombre esta diseñado para vivir en sociedad" pero, muchos no se sienten parte de esa sociedad y se aíslan de los demás, o simplemente no se les facilita tratar con otras personas, generando en si mismos un sentimiento de satisfacción al estar solo, si lo vemos desde este punto de vista la soledad es buena.

Muchas gente a pesar de estar todo el tiempo rodeada por otras personas tienden a sentirse solos, como bien dicen "cada cabeza es un mundo" y por lo tanto hay quienes aun que  estén solos físicamente,  no se sientes solos, esto ocurre porque para muchos al no sentir el apoyo moral de sus compañeros, familiares y demás siente cierto rechazo que lo lleva al clásico, "estoy solo" aunque físicamente no lo este y obviamente para muchos aunque estén solos físicamente, por ejemplo cuando alguien  se muda lejos para vivir solo, se pone a pensar en la gente que lo apoyo y en la gente que lo quiere, provocando un sentimiento de compañía.


La soledad en si es una realidad que todos hemos experimentado, y a todos nos afecta diferente, "a veces la soledad es necesaria, sin dramatismo, estar de vez encunado solo, ¡solo de verdad!, con tu silencio o tus ruidos elegidos, con tu elección de hago o dejo de hacer, con tus entretenimientos personales, con tus pensamientos o recuerdos, sin obligaciones y sin ¡debo!", ya que nos quita de encima las presiones de la rutina diaria de la vida, pero estar expuesto a largos periodos de soledad puede causarnos un aislamiento total de la realidad en la que vivimos, no es del toda buena ni mala, simplemente es necesaria de vez en cuando, ya que la soledad con medida es un descanso en nuestro espacio personal, de una sociedad que nos consume .

fuente: http://raciel-alas-negras.metroblog.com/ensayo_sobre_la_soledad

poema de soledad

Existen muchas formas de estar en soledad. Todos hemos estado solos en ocasiones circunstanciales, pero con la tranquilidad de que, en algún momento, alguien vendría a acompañarnos. Distinta suerte corre quien, por diversas circunstancias de la vida, se encuentra verdaderamente solo, sin nadie que se preocupe ni comparta sus penas y alegrías.
SoledadHay quien la soledad lo atrapó desprevenido y, casi sin darse de cuenta, se descubrió rodeado de ausencias. Pero también existe aquel que goza de su soledad y se esfuerza por mantenerla, tal vez convencido del refrán que reza “mejor solo que mal acompañado”.
Lo cierto es que hay que aprender a convivir con la soledad. Es vital aceptar la compañía de uno mismo y poder vivir en paz con la conciencia propia. Como dijo el poeta Gustavo Adolfo Bécquer, “la soledad es el imperio de la conciencia”.
El tema de la soledad es de frecuente reflexión para los escritores e intelectuales. Pero si hay alguien que ha experimentado realmente el sentimiento, es la poeta estadounidense Emily Dickinson. La autora, fallecida en 1886, pasó gran parte de su vida encerrada en una habitación de la casa paterna. De hecho, en sus últimos quince años de vida, sólo se la vio en los jardines del hogar. Incluso dicen que, a partir de 1883, dejó de salir de su habitación, presa de una extraña fobia social. En una ocasión, Dickinson no dudó en afirmar: “Soy huésped de mí misma”.
No se trata de caer en un exceso de lirismo y de menospreciar el contacto humano y las relaciones sociales, imprescindibles para una vida plena. Pero parece evidente que Dickinson nunca estuvo del todo sola: siempre la acompañó su poesía. 

fuente: http://www.poemas-del-alma.com/blog/especiales/poemas-de-soledad

miércoles, 26 de septiembre de 2012

soledad

hola amigos quisiera compartir este blog con ustedes para que compartamos reflexiones , textos, y pensamientos los invito a todos ustedes para que crezcamos cada dia como persona